De todas las carreras que toman como objeto el psiquismo humano, la psicopedagogía es la más
joven. Primero estuvieron la psiquiatría, la psicología, la psicoterapia, el psicoanálisis, etc., y por fin
apareció en el horizonte de las ciencias humanas la psicopedagogía. Su origen estuvo generado
desde el ámbito de la educación y debió lidiar con la psicología educacional y con carreras terciarias
que se dedicaban a su tema central: el proceso de aprendizaje. La evolución de la profesión
tampoco ha sido clara, sea dentro o fuera del área educativa los psicopedagogos hemos transitado
caminos muy diversos y bastante inciertos. En la actualidad el territorio de nuestra labor puede ser
tan amplio como disperso o inconsistente, una característica en relación al concepto de
conocimiento, educación y los mecanismos de aprendizaje que hoy predominan. Por todo lo dicho,
es necesario que el psicopedagogo tenga muy claro su lugar, su “punto de apoyo” o el sitio desde
donde observa el fenómeno psíquico que lo re-significa. La formación recibida le dará las armas para
su accionar, pero para no perderse en un contexto donde predomina bastante la confusión, deberá
sostener su posición y hacerla eficaz sobre unas bases éticas muy firmes. La invitación está hecha y
de eso trataremos en esta oportunidad. Por mi parte y como psicopedagoga de una larga
experiencia y duras batallas, trataré de aportar algunas líneas sobre las cuales desarrollar
pensamientos de utilidad para colegas y profesiones afines.
Leslie Aracena Orrego